La utopía mas grande y posiblemente la mas hermosa del
mundo, es y seria siempre el sueño de ser un
basto y único país; sin fronteras que aprisionen y sofoquen, con una
sola bandera, un único y mas sentido himno; libre, sin la perturbación de las mas
insignificantes necesidades; sin intereses mezquinos y sin egoísmos; abierto y
estrechado en abrazos fraternos de niños, ancianos, hombres, y mujeres de todas
las razas y sus costumbres; con una sola y emblemática nacionalidad; la
terrestre.
Posiblemente con varias religiones, pero hermanados en
el trabajo productivo, el respeto a las leyes, y sus mas profusas
responsabilidades; compartiendo con nobleza y desprendimiento sus posibles
riquezas; desechando sin dilación los odios, las aberrantes miserias;
combatiendo juntos las mas degradantes enfermedades; viviendo con alegría y
en paz; buscando con afán e inteligencia
el progreso, y la modernidad; aplicando la ciencia, y la tecnología para
preservarlo en provecho de todos y cada uno de los habitantes; con un único y
democrático gobierno.
Pero la realidad es vana y muy cruel; ella triza los
nobles y endebles sueños; atomiza sin piedad las raquíticas esperanzas de los
que elevan en propuesta sus voces para que los actuales organismos que regentan
en representación de algunos países, se reúnan; para que a una sola voz hagan
realidad este sueño utópico, ahora que todavía hay tiempo; pero no solo para
aglutinar personalidades en debates inocuos; que no solucionan conflictos
armados, de tiranía, de hambre, de salud, de miseria, de abuso y prepotencia;
pero por sobre todo de la lenta agonía de este nuestro mundo que envenenado, convulsiona
y gime agitando sus entrañas, generando en protesta variantes climáticas que
sofocan y frisan; que mueve sus mares en avalanchas poderosas sembrando miedo y
destrucción.
UNIDOS PODEMOS
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